14 de noviembre de 2011

ENGLAND SAVE THE FOOTBALL

"God save the Queen", cantaron casi 80.000 voces el pasado sábado en el Wembley Stadium al inicio del partido entre las selecciones de Inglaterra y España. "England save the football" (Inglaterra guarde al fútbol) pensamos unos cuantos al final del encuentro.
Superados algunos tópicos patrioteros que nos hablaban de la Pérfida Albión en tiempos pretéritos, siempre me he declarado un admirador del fútbol inglés. En mi caso, los sábados por la tarde son para la Premier.

Hay quien afirma gratuitamente que es un fútbol carente de técnica, como si conseguir meter un balón con rosca desde 30 metros al centro del área  para que el nueve de tu equipo lo cabecee con ventaja fuera una cuestión de mera fuerza. Es posible que no tenga el gambeteo argentino,  el adorado tiki-taka hispano, la sambafútbol brasileira o la picardía italiana. Pero nadie debiera minusvalorar el hecho de que fueron ellos, los ingleses, quienes inventaron este deporte, le dotaron de normas y, lo que es más importante, quienes a principios de este siglo XXI siguen manteniendo más vivo el espíritu de este maravilloso deporte.

Cuando unos iluminados estudiantes de Cambridge crearon las primeras normas hace más de 150 años, ya dejaron bien claro que éste era un juego en el que ganaba el que metía más veces un balón entre tres palos que defendía un equipo rival. Y esto debiera ser lo más importante, al igual que en baloncesto todo se mide por el número de canastas que consiguen, o en beisbol las carreras que consigues tras correr las cuatro bases.

Pero no, el fútbol es tan y tan especial que tiene que dar de comer a muchos ideólogos, filósofos y en general, vividores. Ahora el fútbol resulta que consiste en dar tropecientos toques a la pelota (aunque no ganes ni un metro al rival), obtener una posesión de balón del 70% como mínimo, achicar espacios e inventarse un ADN especial. Sí, perfecto. Todo eso está muy bien cuando además (o como causa de ello) tienes tu equipo repleto de estrellas, de seis o siete tíos que la toquen de maravilla y tres o cuatro que aporten músculo para que los artistas no estén desprotegidos.

Los que ganan, ganan porque tienen los mejores jugadores y sus entrenadores no estropean demasiado el asunto. No mareemos más la perdiz, por favor. Ya lo dijo Cruyff hace unos años: "yo no podría entrenar al Cádiz....". Nos ha fastidiado. Sal con el Cádiz al Bernabeu o al Camp Nou con tres defensas adelantados y te vas con una docena en el saco, y el cese en el mismísimo autobús del equipo.

Por eso, una vez más Inglaterra le hizo el enésimo favor al fútbol ganando a la selección española. Nos recordó a todos que el fútbol consiste en meter el balón en la portería rival. Que pulverizar récords de pases buenos y posesión de pelota no sirve para nada cuando los de enfrente saben defenserse ordenadamente, cuando tú no tienes en tus filas un tío capaz de coger la pelota a 35 metros del arco y regatear a toda la defensa y portero, ni un delantero que sea capaz de cabecear un buen centro (ni laterales que los hagan). Inglaterra la metió una vez. España, se acercó al final, pero nada de nada. ¿Fue mejor la selección española?. Rotundamente no, de la misma forma que no sería mejor un equipo de baloncesto que agotara cada vez los 24 segundos de posesión entre pases por la espalda, pero hiciera 58 puntos, y su rival 60.

El fútbol actual necesita un lavado de tanta tontería, de tanta alabanza excesiva a un juego de toque inútil en mediocampo que, reconozcámoslo ya sin tapujos, comienza a aburrir. El mejor partido que he visto en los últimos meses fue el Chelsea-Arsenal, con un 3-5 para los "gunners", con la pelota corriendo de portería a portería en cuestión de segundos, con los jugadores a tumba abierta sin perder un segundo en lesiones simuladas y, sobre todo, con ocho benditos goles que repartieron emoción hasta el minuto 94 de partido.

Los ingleses regalaron al mundo el invento del fútbol, pero se debieron reservar para ellos los artículos del reglamento que hacen referencia a las áreas y las porterías, porque en buena parte del planeta parecen haber olvidado que existen. Gracias por recordárnolos de vez en cuando. Thanks.