23 de septiembre de 2011

Y SIEMPRE ACABAMOS CON EL RIFLE...

Dicen que la historia siempre se repite. En el fútbol, seguro. Ayer por la noche, una vez más, un Rifle nos sacó las castañas del fuego en el momento más oportuno. No era la primera vez, y hasta deseo que no sea la última.

No hace falta una gran memoria para acordarse de un gol de Walter Pandiani ante el Deportivo en un partido de ida de semifinal de Copa, en el último suspiro, que a la postre significó un título. Tampoco hay que ser un estudioso del fútbol o del Espanyol para recordar aquellos once goles en la UEFA 2006/2007, que nos valieron una final europea de la que él no pudo disfrutar como titular. Sí hay que hilar un poco más fino para acordarse de que fue él quien peinó de cabeza un pase de largo de Dani Jarque, y que fue a parar a los pies de Coro en el tiempo de añadido contra la Real Sociedad un 13 de mayo de 2006. El final de la jugada lo conocemos todos.

De nada sirvió todo eso para que incomprensiblemente acabáramos regalándolo a Osasuna, en un extraño cambio por Valdo, cuyos números y rendimiento deberían haber bastado para cesar a algún responsable deportivo. Cuatro años más tarde, Walter, su camión y sus goles están de vuelta. Hay quien dice que ya no está para noventa minutos. Puede. Otros añaden que sus 35 años no son la mejor acreditación para un fichaje. Yo me quedo con los hechos: minutos ante el Athletic templando el partido, media parte ante el Zaragoza en la que el equipo jugó mejor.  Ayer, unos minutos para crear peligro en las cuatro acciones en las que intervino, y acabar como siempre lo ha hecho: marcando en el minuto 92. Como un killer. Buscando el rechace en el área, chutando a reventar, y dejando al rival sin posible respuesta por falta de tiempo.

Los viejos pistoleros del oeste desconfiaron de las metralletas. Un buen rifle les aseguraba necesitar menos munición y más fiabilidad. Un disparo, a lo sumo dos, y blanco. En el Espanyol parece que hemos desempolvado también el viejo rifle del armario cuando hemos descubierto que la metralleta disparaba mucho, pero a veces sin ton ni son.


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