2 de agosto de 2011

2 de agosto de 2009

Que el tiempo vuela es una sensación que se acrecienta con el paso de los años. Debe ser por eso que, con casi cincuenta, me parece que era anteayer el día en el que los pericos inauguramos el nuevo estadio de Cornellà-El Prat. Y hoy mismo se cumplen dos años, 730 días.

Las emociones de aquel primer día han quedado impresas en el cerebro y los corazones de todos los pericos que pudieron asistir, desde los más veteranos hasta los más jóvenes. Para los que crecimos en las viejas gradas de Sarrià y nos trasladamos a disgusto al estadio de atletismo de la montaña de Montjuïc, traspasar el torno de entrada de Cornellà aquel 2 de agosto de 2009 y contemplar aquel auténtico campo de fútbol, cerrado, con olor a césped, con sus inmaculados asientos azules, amplitud en las escaleras, lavabos nuevos y videomarcadores modernos, fue lo más parecido a entrar en el cielo que nos prometían los curas en la infancia.

Lo mejor es que a mí, quizás en menor intensidad, me sigue pasando cada vez que voy a ver un partido del Espanyol. Cuando dejo el coche en el parking del centro comercial, a apenas tres tramos de escaleras mecánicas de la puerta 74, me paseo por las tiendas o bien me quedo a comer algo en uno de los múltiples puntos de restauración con el estadio allí mismo, sigo creyendo que es un sueño. En el momento en el que traspaso el torno de entrada al campo, huelo el césped mojado y escucho los primeros rumores o cánticos que llegan de la grada, una sensación de bienestar me recorre el cuerpo. Tal vez es que conforme nos hacemos mayores (pero mayores de verdad) nos gusta sentirnos como niños de vez en cuando y soltarnos los cinturones de adulto. De la misma manera que ayer disfruté, sin excusas de hijos ni sobrinos a los que acompañar, de la película "Cars 2" de la factoría Pixar-Disney, me encanta que me siga asombrando entrar en Cornellà. De la misma forma que me impresionaba subir las escaleras del anfiteatro de Sarrià entre el olor a puro y los rumores de la gente y esperaba que mi padre me comprara el chupón-caramelo, uno de limón para la primera parte y uno de naranja para la segunda.

A todos los que han luchado porque aquel 2 de agosto fuera una realidad y no un sueño, muchas gracias.

2 comentarios:

  1. Comparto tus sensaciones. Hasta me atrevería a decir que, en mi caso, el hecho de poder ir sólo unas pocas veces al año las hace más intentas y les da un punto de nostalgia. Pero, sin ánimo de ser negativo, todo lo contrario, me da un poco de pena todo lo que podría hacerse y no se hace.
    Tengo dos recuerdos de mi último viaje a Nueva York que vienen al pelo. Uno es, en pleno Times Square, el restaurante Bubba Gump. Un restaurante dedicado exclusivamente a la película Fores Gump. Hasta el camarero, antes de servirte, te hace varias preguntas sobre la peli. Las gambas, plato estrella, preparadas de mil maneras, no están muy allá. Pero el lugar merece la pena. Yo quiero algo así en el centro comercial. Ya sé que tenemos un restaurante con vistas al campo, pero lo que yo quiero es para niños de 50 como nosotros. Quiero que me atiendan con la camiseta blanquiazul y comerme una hamburguesa que se llame “Copa 2006”, un helado de chocolate que se llame N’kono o un plato agridulce que se llame Glasgow.
    El otro recuerdo es la tienda de los m&m. Dos plantas dedicadas a las pastillitas de chocolate, en sus formas más variadas. Desde peluches a lo que uno se quiera imaginar. Si las grageas dan para tanto ¿no podría dar para mucho más un club centenario? También sé que hay “Tenda”, pero la gracia no se puede ni comparar.
    También podríamos hablar de las tiendas de la NBA, pero eso si que lo veo totalmente fuera de nuestro alcance.
    Recuerdo que hace unos meses oí decir a Pedro Tomás, cuando aún era Director General, que con el crecimiento de la masa social del Espanyol podían empezar a pensarse muchas cosas. Pues venga, a pensar. Y nosotros a ser pesados hasta que alguien nos haga caso.

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  2. Paco, ya sabes que lo mío con el marketing perico rozó la obsesión. Lo más positivo es pensar que "queda tanto por mejorar"... Este año he de reconocer que conla ropa casual se han marcado un golazo. Hace 2 días me compré un polo tipo rugby a rayas horizontales con el perico bordado, propio de los mejores clubes ingleses. A ver si seguimos así.

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